Kelek: El propulsor de la navegación

Recreación realizada con inteligencia artificial sobre como sería una embarcación Kelek.

En los albores de la civilización, mucho antes de que los barcos de vela surcaran los mares, los pueblos de Mesopotamia ya habían encontrado una ingeniosa manera de dominar los ríos. En los caudalosos Tigris y Éufrates, los sumerios (pioneros de la escritura, la agricultura y el comercio organizado) crearon una embarcación tan simple como efectiva: el kelek.

El kelek era una balsa de madera reforzada con pieles infladas de animales, generalmente cabras u ovejas. Estas pieles, curtidas y atadas bajo la estructura de troncos, actuaban como flotadores naturales, permitiendo transportar cargas algo más pesadas sin que la embarcación se hundiera.

El diseño era sorprendentemente práctico: ligero, resistente y fácil de desmontar. Al llegar a su destino, los tripulantes desinflaban las pieles y vendían la madera, un recurso escaso en ciertas zonas de Mesopotamia. Luego, regresaban río arriba con las pieles plegadas, listas para el siguiente viaje.

Los sumerios utilizaban el kelek para transportar mercancías esenciales: cereales, arcilla, madera, tejidos y cerámica. Estas balsas se convirtieron en arterias flotantes del comercio que conectaban las ciudades-estado de Ur, Uruk, Lagash o Kish. En una región donde los caminos terrestres eran escasos y el desierto limitaba el movimiento, los ríos se convirtieron en autopistas naturales que impulsaron la economía y la expansión cultural.

A pesar de su aspecto rudimentario, el kelek representaba un gran avance tecnológico ya que aprovechaba los recursos disponibles, minimizaba el esfuerzo humano y se adaptaba perfectamente a las condiciones del entorno. De hecho, su diseño fue tan eficaz que se siguió utilizando durante milenios, e incluso existen registros de balsas similares navegando los ríos de Oriente Próximo hasta el siglo XIX.

El kelek no fue solo una embarcación; fue una herramienta de transformación económica y social. Gracias a estas balsas, los pueblos mesopotámicos pudieron intercambiar bienes, difundir ideas y consolidar redes comerciales que sentaron las bases del mundo urbano.

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